«Quiero dormir un rato/un rato, un minuto, un siglo/pero que todos sepan que no he muerto», recitó Miguel Poveda, enfundado en un elegante traje oscuro, justo al comienzo de un intenso concierto que, por espacio de más de dos horas y media, no dejó indiferente a nadie.
El público, que prácticamente llenó el polideportivo Antonio Gil Hernández de Punta Umbría, sabía a quién iba a escuchar y el cantante conocía perfectamente lo que éste quería.
Por eso, desde un principio hubo un perfecto maridaje en este recital que se prolongó hasta cerca de la una de la madrugada.
Tras la primera parte, en la que Federico (García Lorca) fue el protagonista, un breve receso del anfitrión para irrumpir de nuevo en el escenario, convirtiéndolo en un tablao flamenco, y dar un giro más ‘jondo’ a su concierto, en el que no faltaron fandangos de Huelva, así como guiños a Cádiz y a Lole y Manuel.