Podía pasar cualquier cosa y pasó que el Murcia se llevó la victoria por 0-2 y deja al conjunto de Lobera en el freno en sus aspiraciones de jugar por primera vez en su historia la fase de ascenso a Segunda. Sigue dependiendo de sí mismo, pero cada vez puede pinchar menos por el acoso y ante el Murcia, es posible que haya agotado el cupo de errores posibles. En todo caso, Lobera ya ha advertido que su equipo seguirá dentro del mismo discurso.
Viendo lo que pasó, ahora, una semana y pico después, aún duele más la derrota ante el Alcalá. Ahí estuvo la clave, no ante el Murcia, que se llevó un premio excesivo en un partido que no tuvo respiro y en el que debió adelantarse el San Roque en la primera mitad. Perdonó y luego lo pagó caro, sobre todo por las expulsiones de Alfaro y Pereira y por la mala colocación de la barrera por parte de José Ramón en el primer tanto de Cañadas, ya en el 67 de partido, en la primera vez que el Murcia salía a respirar en la segunda parte.
A pesar de todo, Lobera no tenía reproches para sus futbolistas y asumía con naturalidad la factura que le pasa el campeonato a una plantilla tan corta.
Hubo de todo, principalmente bajas importantes para el San Roque como Gabri, Vidal y Ekedo, además de Pau Torres, muchas ausencias para abordar a un rival pletórico y con unos argumentos impresionantes. Aún así, el cuadro aurinegro plantó cara y tuvo la hazaña en sus manos. Luego, la expulsión de Alfaro y el error de la barrera decidieron. Así es el fútbol. Pero si la equidad existe, el fútbol le devolverá al San Roque todo lo que le ha quitado hasta llegar aquí. Almería es la meta. Y no será fácil porque el rival se juega la vida. Queda Liga y esperanza. Y el San Roque sigue dependiendo de sí mismo para alcanzar el sueño más grande jamás contado.
