El San Roque de Lepe dejó enterrado su sueño en el Poniente Almeriense

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El San Roque de Lepe dejó enterrado su sueño en el Poniente Almeriense, en El Ejido, ante un Polideportivo que venció por 2-1 y dejó al conjunto de Lobera con la lágrima a flor de mejilla. Si algo ha dejado claro esta liga es la crueldad del fútbol con un equipo que enamoró al mundo con su fútbol y que al final no ha tenido la recompensa que merecía. Ya se sabe que el balompié no entiende de justicias. Pero al San Roque de Lobera le debe una.

La tarde en El Ejido comenzó con la decepción metida en cada miembro de la expedición aurinegra. La victoria del Cádiz por 2-1 sobre el Roquetas y el triunfo del Melilla en Ceuta por el mismo resultado dejando cierto olor a quemado dejaba al San Roque entre la espada y la pared, a falta de un milagro teniendo en cuenta que la última jornada determina un Melilla-Cádiz. Así las cosas, la plantilla disimulaba pero no lo suficiente. El dolor iba por dentro y eso se le notó al equipo en la primera parte en Santo Domingo. Con el Poli jugándose la vida y en medio de un ambiente hostil para el equipo lepero, los locales tocaron de inicio zafarrancho de combate y almacenaron hasta tres ocasiones claras en los primeros cuarenta y cinco minutos. Fue milagroso que el San Roque no encajara algún gol. Y mira por dónde, en la única ocasión que se acercó el San Roque al portal almeriense, en la prolongación del primer periodo, Jaume adelantaba al conjunto de Lobera al rematar en la corta distancia un mal despeje de la cobertura local. Era llegar y besar el santo, un espejismo, como se demostró poco después.

El Poli salió en huracán tras el descanso y sólo tardó dos minutos en darle la vuelta al panorama. Era cuestión de tiempo. El rostro del San Roque, desencajado, reflejaba todo su dolor por lo que fue y por lo que estaba por venir. Fue como si lo intuyera, porque avanzada la segunda mitad, Moreno establecía el segundo, explotaba Santo Domingo y el San Roque, aunque luchó con honor hasta el final buscando un imposible, ya no tuvo la última palabra. El mazazo llegó cuando Lobera puso en el campo todo lo que tenía. Pero no fue suficiente. Hubo conspiraciones disimuladas que acabaron con el sueño. Es cierto que el San Roque no estuvo fino en el tramo decisivo, lastrado por su corta plantilla, que demasiado ha hecho. Pero esta vez los dioses miraron para otra parte. El fútbol le debe una al San Roque. Y otra a Lobera. Posiblemente el mejor entrenador de largo de los cuatro grupos de Segunda B.

El isleño Jerónimo Sosa Sosa emocionó al público con su Pregón rociero

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