El San Roque se enfrenta a Lobera este fin de semana

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Hay situaciones en las que las ilustraciones de un partido van más allá de lo puramente deportivo. Suele ocurrir cuando existe un pasado reciente y cuando ese pasado se carga de gloria por todas partes. Incluso los que ahora están, aunque no lo manifiesten, se ponen por delante el espejo. San Roque y Ceuta se citan en el Murube y el choque se lleva de calificativos para lo bueno y para lo malo. Allí, en ese campo, el cuadro aurinegro ha sufrido en las dos últimas temporadas más que en ningún otro lugar. Y el padecimiento no se queda en una simple labor arbitral en contra, sino que traspasa esa frontera y cicatrices tiene para regalar una cuantas. Visto así, el primer pensamiento se posa en que la historia tiene una cuenta pendiente con el San Roque en Ceuta. Mereció ganar las dos veces y no lo consiguió. El temor es la fragilidad memórica del fútbol.

A eso hay que añadir que Lobera y su tropa se fueron cruzando el Estrecho en la búsqueda de repetir fútbol poético y méritos por partes iguales. De momento, al entrenador aragonés, posiblemente el de más huella en el San Roque por su contenido, no le salen los sueños y eso le mete a los locales dudas por todas partes. Baste decir esto para encuentren el norte y el gusto perdido. Eludiremos relatar la retahíla de nombres porque ya lo saben de memoria.

Enfrente estará el San Roque, más seguro que hace una semana y dispuesto a meter el dedo en la herida a pesar de tratarse de un amigo íntimo. Es lo que tiene el fútbol cuando hay puntos y prestigio por medio, que no entiende de sentimientos.

Ganar es como atravesar el Estrecho a nado y quedarte hecho una rosa. El Murube es capo maldito y romper los hechizos cuesta. Todo quedará en familia, pase lo que pase. Han cambiando lo tiempos y con los malos modos en viento fresco, es posible que el San Roque sume lo que siempre le negó ese campo.

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