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El cuadro aurinegro no pasó el empate a dos en Estepona

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Otra vez las mismas sensaciones. El final de la Liga se le está haciendo un mundo al San Roque. Quiere pero no puede. Las piernas no responden a la mente. Y a eso hay que añadir que Sergio Lobera no se baja de su formato. De la alineación tipo. Sólo por necesidad cambia cromos. No vamos a discutir las virtudes del entrenador, que son enormes. Pero podría probar otra cosa. Hay jugadores que están enteros y podrían aportar otras constantes vitales. Como por ejemplo, pulmones. El caso es que el cuadro aurinegro no pasó el empate a dos en Estepona y puede dar gracias al cielo que no se viniera de vacío. Hay goles y puntos que son mensajes y el de Pedro Marques sobre la bocina en tierras malagueñas puede valer la fase de ascenso. Cuando el San Roque estaba muerto, cuando todo parecía perdido, marcó el portugués y la vida resultó de otro color. Sigue existiendo la esperanza, y esa es la mejor noticia.

El partido arrancó con el Estepona apretando la garganta del San Roque y el equipo de Lobera fue incapaz de pasar del centro del campo. Entre otras razones porque a Pau se le nota tocado y la defensa no acaba de expresar el mensaje en lo correcto. Jugó con fuego hasta el punto que el Estepona se lo creyó. Sin embargo, en el primer tiro a puerta desde la luna marcó el San Roque por medio de Vidal, con ayuda del portero, lo que cambió el escenario y el comportamiento local, que se vio resentido.

Pero cuando todo parecía controlado, una falta lateral se convirtió en un suplicio. Pau salió a por aire, la defensa no fijó la marca y el Estepona empató como el que va de floreo por el monte.

Tal cual en Almería y el Viso del Arcor, el San Roque salió con otro ímpetu al campo tras el descanso y por momentos pareció el equipo atrevido y dicharachero que ha enamorado al mundo con su fútbol. El reflejo fue una triangulación en ataque que acabó con remate de Cheli al larguero tras pase poético de Julio de Dios. El problema es que esa manifestación duró el tiempo que a una gaseosa se le va la fuerza. Ekedo, imprevisible y desesperante; Gabri encorsetado, Cheli sin chispa y con la defensa firme en movimiento pero tomatera en estático, la situación no se aclaraba hasta que una falta lateral, la remató Igna más solo que la una con todo el personal mirando y haciendo fotos. Lo arregló Marques al final. Pero queda la sensación de que, o Lobera se inventa otra cosa, o el sufrimiento será tan grande que dejará secuelas. Porque no hay obligación de liguilla. Pero a ver quién es el guapo que convence al personal, incluida la plantilla y el cuerpo técnico, que esto tiene que ser lo que Dios quiera.

Al final, Lobera se mostró con sabor agridulce y dijo que su equipo mereció más. Y que seguirían luchando por el sueño.

El Cádiz y el Melilla vencieron, lo que deja la esperanza a tres puntos. No hay nada perdido. Quedan tres jornadas y lo que hoy vemos con nubes es posible que mañana sea primavera.

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