Con un atronador aplauso fue recibido este sábado el Cristo de la Sangre tras ser bajado para el solemne besapiés, por el que fueron desfilando varios cientos de fieles, entre vecinos y visitantes.
El antaño Convento de Carmelitas, desde el que el Señor de Gibraleón divisa todo el año a su pueblo, se quedó pequeño ante este acto, que se ha consolidado como uno de los más multitudinarios de la cuaresma panturrana. Tras el besapiés, la venerada imagen es llevada hasta su paso, en el que esperará la salida procesional, que tendrá lugar el Jueves Santo, cuando las calles olontenses se llenarán de capirotes negros y túnicas blancas.
El presidente de la Hermandad del Cristo de la Sangre y la Virgen de la Soledad, Francisco García Barbosa, se mostró satisfecho del desarrollo del acto así como de la masiva afluencia registrada.
También acudió el alcalde de la localidad, José Ramón Gómez Cueli, quien volvió a agradecer a todas las hermandades de gloria y penitencia de la localidad el buen trabajo que llevan a cabo a lo largo de todo el año.
Uno de quienes tuvo el privilegio de ayudar al Cristo a bajar fue Jesús Martín, directivo de la Hermandad y costalero desde que tenía 18 años de edad. Para él, ha sido un inmenso honor estar tan cerca de él un año más.
Los desfiles procesionales en Gibraleón se inician el Domingo de Ramos con el Cristo de la Burrita y María de Nazaret, siguen con el Cristo atado a la Columna y María Santísima de Sión el Martes Santo, continúan el Miércoles Santo con Padre Jesús y la Virgen de los Dolores, y después del jueves llega el Viernes Santo, con el Santo Entierro, cuya estación de penitencia la integran el Cristo de la Buena Muerte, el Cristo Yacente y la Virgen de los Dolores.
