Un choque lleno de chispa y con la afición lepera de uñas con el conjunto murciano, después de lo acontecido en la primera vuelta, donde el San Roque cayó por 4-1 en una cita extraordinariamente polémica.
El choque arrancó con el San Roque en la búsqueda del posicionamiento, con el Caravaca presionando muy arriba con la intención de evitar la salida ordenada de los locales. Ese esfuerzo le pasó al final factura sin que la apuesta visitante surtiese efecto, ya que el San Roque salió cuándo y cómo quiso.
Con el avance de los minutos, el conjunto de Lobera se fue adueñando del escenario, triangulando y haciendo trabajar a todas las líneas murcianas. A todas las líneas menos al portero, Manolo, que apenas tuvo que intervenir en la primera parte.
Ya en la segunda parte y con el paso del tiempo metiendo presión al San Roque, el conjunto local fue aumentando el ritmo, pero sin que los hombres de arriba abriesen grieta alguna porque faltaba encare y soltura para superar a un rival que se metió descaradamente en la cueva defendiendo el empate a cero, oro puro para ellos.
Para colmo, un desdibujado Julio de Dios, cometía falta en el centro del campo y veía la segunda amarilla. Minuto 73 de partido. Era sumar otro inconveniente al partido. Aún así, Lobera no dio paso atrás alguno, su equipo entendió el mensaje, al contrario que en Lorca, y en el 80 de juego llegó el merecido premio para el San Roque. Jugada de estrategia, disparo de Germán, y Óscar desvía con la espuela a la red. Fue una locura por el momento del partido y por lo que significaba el gol. Dudó el línier en una jugada en la que no hubo nada. Menos mal que el colegiado lo arregló.
A partir de ahí, más control, ningún apuro para Pau y cambios para sostener el tiempo. Por cierto, el Caravaca también acabó con diez por la expulsión de Alfonso, un minuto después del gol aurinegro.
La victoria sostiene al San Roque mínimo en la tercera posición de la tabla, después e jugarse 24 partidos. A estas alturas nada es casualidad. Aunque Lobera no quiere una voz más alta que la otra. Sólo quiere pensar en el Jumilla, partido a partido. Y así se comporta su equipo, dejándose el alma en cada cita, sin pensar más allá de la cita siguiente.
