A Carolina Marín le ha costado llegar a su casa casi tanto como acceder a la final del Campeonato del Mundo de bádminton. El rosario de homenajes desde que salió de Copenhague el lunes ha sido interminable al tiempo que emocionante, para ella y para los miles de seguidores y paisanos.
De la capital danesa a Madrid, de Madrid a Sevilla y de la ciudad hispalense a su Huelva natal. En cada escala, entrevistas y, sobre todo, cariño, de los que la han visto crecer y de los que han descubierto un juego maravilloso gracias a la onubense.
Carolina ha alternado reconocimientos improvisados e institucionales al llegar a una Huelva entregada. Todo un baño de masas. El primero sorprendió a la campeona europea y mundial a las mismas puertas de su casa. Familiares, amigos, vecinos de Santa Marta, su barrio, y los componentes de su primer club, el IES La Orden, le hicieron un pasillo que se rompió con besos, abrazos y lágrimas, muchas lágrimas. La fachada del edificio estaba engalanada con banderas de Huelva y pancartas de felicitaciones.
Carolina optó por contener la emoción al visitar las administraciones. Primero fue agasajada en la Diputación Provincial de Huelva. Allí la esperaban el presidente, Ignacio Caraballo, el delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía, José Fiscal, y la diputada de Deportes, Elena Tobar.
El itinerario triunfal le llevó después al Ayuntamiento de Huelva, a un lleno salón de plenos. Tras el acto, la volantista tuvo salir al balcón del Consistorio, desde cuelga una gran imagen de la deportista, para saludar a toda una afición. Más allá de su círculo cercano se ha creado toda una hinchada en torno a la jugadora del bádminton.
