Dicen que la risa es activa, creativa, abierta, contagiosa, generadora, universal. La risa pertenece a toda la humanidad, cohesiona y fortalece las relaciones humanas. Por eso, el Convento del Vado de Gibraleón acogió en los últimos días un taller sobre risoterapia y al que acudieron numerosos vecinas y vecinos de la localidad con la intención de olvidar problemas y pasarlo bien.
Y es que, cuando las personas pierden la capacidad de reírse y tienen problemas, se estresan y no saben como sacar toda la energía negativa que llevan acumulada, y entonces enferman, dicen los expertos.
Si la gente fuera capaz de vez en cuando de pararse a reír, de observar los problemas desde la distancia, de compartir los problemas con los demás, sería más fácil que dieran soluciones creativas y sencillas a sus problemas y al mismo tiempo serían más eficientes en sus trabajos y estarían más sanos, dicen otros.
En definitiva, la risa cohesiona a cualquier grupo de personas, se produce una desinhibición muy positiva y sorprendente. Se recupera la magia y la creatividad del «niño interior». Aumenta la empatía del grupo. Se produce una sensación final difusa de relajación y felicidad. Y un sinnúmero de otros beneficios físicos y psicológicos para así recuperar la risa franca y sincera.