La Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Gibraleón ha comenzado, en la mañana de miércoles, su camino hacia la Aldea Almonteña.
En torno a las ocho de la mañana, se daban cita en la Plaza de España, donde se ubica la sede de la hermandad, numerosos vecinos y vecinas de la localidad que, con alegría y devoción, se preparaban para acompañar al Simpecado durante su andadura, donde previamente ha tenido lugar la Misa de Romeros, tras dos años de espera.
La presidenta de la hermandad filial de Gibraleón, Juana Mari, ha expresado su felicidad por poder volver a vivir estos momentos de celebración y muestras de amor hacia la Blanca Paloma, tras dos años muy duros de pandemia. Misma opinión compartía Francisco Eugenio, hermano mayor de esta hermandad, quien con emoción ha deseado lo mejor a todos sus peregrinos.
La primera parada de la carreta donde se hallaba entronizado el Simpecado ha sido a las puertas de la Casa Consistorial, donde se ha ofrendado la imagen de la Virgen del Rocío y se le han cantado coplas. Minutos más tarde, el Simpecado ha sido recibido por las hermandades de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, donde miembros del Grupo Joven de Piedad y Sangre también han dedicado canciones a la patrona almonteña. De la iglesia, la siguiente parada ha sido en la rotonda del monumento a Nuestra Señora del Rocío, lugar en el que también se ha llevado a cabo el tradicional homenaje al Simpecado, entre profundos ‘vivas’.
Cerca de 83 carros, entre tracción animal y tractor, ya se dirigen ya hacia la Aldea Almonteña, con numerosos peregrinos y hermanos, caminando con la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Gibraleón.
