La Diócesis de Huelva, con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, ha organizado la exposición ‘Santa Teresa y el Carmelo en tierras onubenses’ en el Monasterio de Santa Clara de Moguer. La exposición se inauguró ayer por la mañana y estuvo presidida por el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco.
La exposición se divide en varias partes donde se ha habilitado diferentes espacios dedicados a describir el simbolismo de Santa Teresa Y Carmelo. Así lo descría Don Manuel Jesús Carrasco Terriza, comisario de la exposición.
El primer espacio expositivo que intenta describir el simbolismo del monte Carmelo y el protagonismo que toma en él el profetismo de Israel. Se pueden contemplar obras como la de San Elías (anónimo s. XVII), procedente de Escacena del Campo; o San Eliseo (anónimo s. XVIII), del Monasterio de San Juan Bautista de Villalba del Alcor.
El segundo espacio habilitado, aparecen varias imágenes de la Virgen del Carmen que se exponen por su interés histórico y artístico, tal es el caso de la Inmaculada del Carmen (anónimo s. XVII), de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de Vedruna, de La Palma del Condado.
Por su parte, la antigua Sala Capitular se convierte en escenario para la reflexión de varios aspectos de la vida de Santa Teresa de Ávila. En este sentido, se exponen varias esculturas y pinturas, como la de Santa Teresa de Jesús (s. XVII), del círculo de Diego López Bueno, de la Parroquia de Nuestro Señor y Salvador de Ayamonte, y algunas ediciones antiguas de obras de la santa, como el Tomo de las Obras Completas (edición de Zaragoza, 1615) y las Cartas (Zaragoza, Diego Dormer, 1671). Entre algunas curiosidades, se pueden admirar la Reliquia de Santa Teresa de Jesús, con su auténtica, de D. José Antonio Burgalat Laureano y un Billete manuscrito por la misma, de D. Manuel Espinal Halcón. Por último, en la denominada Sala de Madre Abadesa, se observa la relación de Teresa con «sus amigos los santos».
La Orden carmelita se introdujo en tierras onubenses a partir del siglo XIV, proveniente de Francia, a través de la fundación que los infantes de la Cerda hacen en Gibraleón. De esa semilla sembrada entonces nacieron, como brotes, una serie de conventos de frailes y monjas carmelitas: Escacena del Campo, Trigueros, San Juan del Puerto, Aracena, Paterna del Campo y Villalba del Alcor.
